LOGIA PITÁGORAS  Masonería Adogmática y Liberal

 

 

Entrevista a Philippe Foussier nuevo Gran Maestro del Gran Oriente de Francia

Entrevista realizada por Géplu en Interviews.
Traducción por R.:L.: Pitágoras

 

Philippe Foussier, elegido el jueves por la tarde Presidente del Consejo de la Orden del GODF y habiendo prestado juramento ante el Convent el viernes por la mañana, es el nuevo Gran Maestro de Gran Oriente de Francia para este año masónico 2017/2018.Ha tenido a bien ofrecernos sus primeras impresiones, y contestar a algunas preguntas del Blog Masónico sobre lo que piensa hacer en este año.

 

 

Géplu : Philippe, acabas de ser elegido Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. ¿Cuáles son tus primeras impresiones y pensamientos, cómo abordas esta función?

 

 Philippe Foussier : Honor y humildad son las primeras palabras que me vienen a la cabeza. Es un honor poder contar con el beneficio de la confianza de los miembros del Consejo del Orden y ser elegido por el Convent para presidir esta Obediencia cuya historia, esplendor, implantación y potencia/proyección son tan considerables. Abordo también este mandato con humildad. Sea cuales fueren las funciones que podemos llegar a ejercer, me parece útil asumirlas con seriedad, incluso con gran rigor, sin tomarse jamás demasiado en serio a uno mismo.

También tengo un pensamiento para mi padre, que hoy ya no está entre nosotros, que fue iniciado en la Gran Logia de Francia, y que -sin duda sin quererlo- despertó mi curiosidad con respecto a la francmasonería. Tengo un pensamiento muy particular por Patrick Kessel, mi padrino en masonería, que también fue el Venerable que presidió mi iniciación hace ya un cuarto de siglo. Y también a mis vigilantes -uno de ellos ya nos ha dejado- y a quienes debo en parte ser el masón que soy hoy.

Finalmente, tuve la suerte de encontrarme en numerosas ocasiones con Henri Caillavet, que se afilió en el seno de mi Taller, República, hasta su muerte en 2013 con 99 años. Representa para mí el francmasón ejemplar. Toda su vida, en sus diferentes y eminentes responsabilidades, hizo resplandecer nuestros valores con valentía, tesón y una competencia que hacen que se tenga admiración por él. Pensemos que desde 1947, como parlamentario, presentaba una primera proposición de ley para permitir la interrupción voluntaria del embarazo. ¡30 años antes de su aprobación, ya trazaba las vías del combate! Nos haría falta volver a encontrar esta extraordinaria capacidad de anticipación. Cuando digo «nos» (*), me incluyo también, naturalmente.

(* Este y el resto de términos entrecomillados proceden del texto original)

 

 

 ¿Qué es lo que te diferencia de tus predecesores?

No busco diferenciarme de ellos y prefiero que se pueda identificar nuestros innumerables parecidos los unos a los otros más que inventariar nuestras diferencias. Los conozco bien a todos, a la mayoría de ellos los conozco muy bien, y tengo lazos antiguos y fuertes con muchos de ellos. Me inscribo en la continuidad, en su continuidad más allá de los estilos y los matices. Los Grandes Maestros pasan, el Gran Oriente permanece, y eso es lo esencial. Hay dos de ellos de los que he aprendido mucho e interiorizado mediante escritos pero que desgraciadamente no he conocido: Jacques Mitterrand y Fred Zeller.

Todo sea dicho, lo que diferencia sobre todo el periodo actual de los que nos han precedido, es el contexto general en el que estamos inmersos desde hace algunos años. La República, con la cual nuestra Obediencia se identifica tan ampliamente, nunca ha sido tan atacada ni ha suscitado tanto odio y desconfianza desde la Ocupación [periodo de la ocupación de los nazis en Francia N. del T.]. Si dudar de ello, observen las redes sociales, entre otras cosas. Estamos perfectamente situados en Francia para saber que esta República es más frágil de lo que se piensa. Tres de las Repúblicas precedentes perecieron para mayor provecho de los poderes absolutistas y/o atentatorios a las libertades. Los enemigos de la República levantan la cabeza, los extremismos, los oscurantismos, los integrismos, incluidos los terroristas, se desarrollan y se suman en un mismo odio hacia la República. Por ello, nuestra vigilancia debe seguir siendo fuerte.

 

Un año es corto. ¿Cuáles serán tus prioridades? ¿Qué acciones pretendes acometer en el transcurso del año?

 

Primero, cuento con continuar los trabajos iniciados. En la masonería, menos que en cualquier otro sitio, no existe el concepto de «tabla rasa». Ante todo estamos aquí para transmitir y hay alrededor de mí todo un colectivo. Otorgo mucha importancia a esta visión de trabajo: dos consejeros de la orden ya experimentados, otros más recientes, unos que son nuevos que toman el relevo y que asegurarán la continuidad. Pero, por supuesto, no estamos exentos de iniciar nuevos trabajos o ampliar algunos ya existentes.

Lo he anunciado en el Convent, las Utopiales 2018, que tendrán lugar los próximos 17 y 18 marzo, será una operación que asociará al conjunto de las Logias y de los Orientes que lo deseen. Tendrán como temática la fraternidad y en todas partes nuestras Logias están invitadas a festejar, a celebrar, a ilustrar esta fraternidad que está en el corazón de nuestro compromiso. Todo ello se llevará a cabo mediante reuniones públicas y coloquios, por supuesto, pero también, y por qué no, con banquetes, conciertos o verbenas. Estamos en un momento en el que nuestro país, como otros países aunque quizás más que los demás, parece no salir de una suerte de depresión colectiva. Es nuestro deber de francmasones aceptar el reto y poner de relieve lo que nos une, lo que nos da ganas de convivir, de hacer piña en el seno de nuestra comunidad nacional: ciudadanos franceses y extranjeros, francmasones y profanos. Basta de ideologías del miedo, del repliegue, basta de la tenaza identitaria que no tiene como consecuencia sino como objetivo querer separarnos, mientras que, al contrario, tenemos que subrayar lo que nos vincula, lo que nos une, nuestra pertenencia a una misma comunidad, nacional, continental, universal. Esto es todo en relación con las Utopiales.

 

Lanzaremos también un ciclo de conferencias públicas alrededor de la dicotomía «conocimiento y creencia». Se tratará de ampliar la reflexión en torno a cuestiones relativas a las ciencias y a los compromisos éticos que conllevan. Este año se ha hecho mucho para dar luz a los debates sobre transhumanismo y quiero rendir un homenaje muy particular a nuestro Gran Maestro saliente, Christophe Habas por haber aportado, en esta materia como en otras, a la Obediencia sus eminentes competencias. Él ha sabido ilustrar con brío lo que constituye el compromiso masónico en áreas en las que reinan a veces los atajos fáciles o los pensamientos prefabricados.

 

Asimismo, se está produciendo un crecimiento de la confusión entre creencia y conocimiento, así como la puesta en tela de juicio del progreso alentada por la vuelta de las ideologías oscurantistas y milenaristas que suscitan o instrumentalizan los miedos y la ignorancia. Se registra un aumento significativo de la ofensiva creacionista, amenazando siglos de avances científicos. La propensión de la fe para hacerle la competencia al saber y la vuelta a poner en duda de la idea prima de la razón, son otros tantos ejemplos que demuestran la utilidad del combate masónico para encauzar fenómenos crecientes, como el conspiracionismo y la «postverdad». Son otras tantas las manipulaciones que perjudican a los espíritus crédulos, bañados por un viento del tiempo anticientífico, hostil a la racionalidad, denigrando los conocimientos para preferir en su lugar los dogmas y las ideologías basadas en lo irracional.

En torno a la cuestión de los refugiados y sobre todo lo relativo a las migraciones, desearía que juntásemos las reflexiones y que inventariásemos las acciones llevadas a cabo hasta ahora por la Obediencia y en nombre de la Obediencia. Como francmasones, me parece que tenemos mucho que decir al respecto, incluidos los poderes públicos. Veremos en las próximas semanas cómo nos organizamos para ello.

 

Pero más allá de estos trabajos, y de otros permanentes como la laicidad, hay un mensaje que no me cansaré de machacar y que une finalmente nuestras reflexiones y nuestras acciones. Considero que los francmasones del Gran Oriente de Francia más que nunca tienen el deber de llevar a cabo el combate del universalismo. En un contexto de cuestionamiento de las Luces, estamos rodeados por ideologías políticas o religiosas que quieren diferenciar, separar, categorizar, radicalizar y segregar étnicamente. Al contrario, desde el siglo XVIII la francmasonería siempre ha deseado reunir a los hombres y después a las mujeres que podían ser diferenciados en la vida civil o social por motivos de origen.

 

La francmasonería ha hecho cuerpo con ese siglo de las Luces que precisamente llevó a todo lo alto la noción de universalidad, cuya traducción jurídica se expresa mediante la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948. Este concepto universalista del hombre, está hoy en día amenazado por todas esas ideologías del repliegue, del relativismo y de la demagogia identitaria esencialista. Nos pertenece, a nosotros más que a nadie, dar vida y revivir la universalidad. Para edificar esta República universal que constituye nuestra utopía, hacen falta republicanos universalistas ardientes. Lo demostraremos.

 

 

¿Hay algo que desearías cambiar al hacerte cargo de tus funciones?

Temiendo un laberinto estructural administrativo, quisiera convencer aún más a la Obediencia de que mediante el amontonamiento sin fin de las estructuras y de los estratos internos de la obediencia no seremos más eficaces y aún menos mediante el aumento continuo del tamaño de nuestro reglamento general, que se ha vuelto obeso, contradictorio, puntilloso en exceso y que se transformará en un tiempo en una cortapisa, incluido para las Logias. Observo formas de burocratización desde hace una veintena de años de las que temo que nos aporten aún más pesadez y lentitud que capacidad para actuar.

 

Globalmente, pienso que empleamos demasiado tiempo en mirarnos el ombligo reglamentario. Me inclino a pensar que las largas horas que dedicamos en cada Convent a dar más cuerpo a nuestro reglamento general podrían estar mejor empleadas, por ejemplo, valorando de manera más eficaz la reflexión procedente de nuestras Logias. 

 

 

Sucedes por el periodo de un año a Christophe Habas, quien ha sido, él también, Gran Maestro solo un año. ¿No es un tiempo demasiado corto para influir sobre la vida de la Obediencia? ¿Qué piensas de la propuesta muchas veces presentada al Convent de elegir un Gran Maestro para un periodo de 3 años?

 

Influir sobre la vida de la Obediencia no es para mí un objetivo, a pesar de la respuesta anterior, que expreso además sin demasiadas ilusiones. Lo que debe primar no es el Gran Maestro, sino los principios y las ideas de la Obediencia. El Gran Maestro sólo es el portavoz temporal y me parece más importante el hecho de hacer resplandecer las ideas más que las personas. He sostenido durante mucho tiempo el principio de un mandato de tres años sin analizar verdaderamente a fondo, lo confieso, las razones por las cuales el Convent se ha opuesto constantemente a ello. De hecho, pienso que hay en nuestra Obediencia una fuerte resistencia a una visión «presidencialista» de la función del Gran Maestro, que conllevaría potencialmente un mandato de tres años. No se debe subestimar la cultura libertaria, hostil a un concepto de hombre providencial, que impregna profundamente el Gran Oriente de Francia. En fin, retomando los elementos de la respuesta precedente, considero que este debate es bastante secundario y que tenemos cosas mejores que hacer que ocuparnos del exceso de nuestro funcionamiento interno.

 

El Gran Maestro no es «toda» la Obediencia, faltaría más, y no deberíamos entrar en una forma de bonapartismo que haría de ello el Deus ex machina o el alfa y el omega sin quien nada sería posible. Como decía Clemenceau*, los cementerios están llenos de gente insustituible... que fue sustituida. Cuando pase un año, volveré a las columnas de mi Taller para pulir la piedra y así está muy bien.

 

(*Clemenceau, 1841-1929. Político y periodista francés. Como periodista y líder

de la izquierda parlamentaria, fue uno de los hombres más influyentes de la política francesa de fines del siglo XIX. Durante su segundo mandato como primer ministro (1917-1919), lideró el esfuerzo de guerra que condujo a Francia al triunfo sobre las potencias del Eje, y desempeñó un papel esencial en las  conversaciones de paz que concluyeron en el Tratado de Versalles,

consagrándose como una de las figuras más relevantes de la política de su tiempo).

 

 

El Gran Oriente de Francia reúne a 55 000 Hermanos y Hermanas, lo que de hecho la hace ser cuantitativamente la Obediencia más importante de Francia. ¿Qué es, según tú, lo que los une y los distingue o, dicho de otra forma, cuál es la identidad del Gran Oriente?

 

La identidad del Gran Oriente de Francia es la de siempre: haber sido una Obediencia inscrita en el combate; en el combate por la República, por la justicia y la dignidad, por el progreso social y científico, por la emancipación y la laicidad, por la conquista de nuevos derechos. Dicho lo cual, en absoluto puede olvidarse que el Gran Oriente de Francia es, ante todo, una Obediencia masónica con su dimensión iniciática. Sin ninguna voluntad hegemónica, manteniendo con todas las obediencias masónicas relaciones fraternales y muy frecuentemente fecundas, el Gran Oriente de Francia puede vanagloriarse de no conocer el veneno de las divisiones internas, posturas a corto plazo y posicionamientos tácticos. Puede enorgullecerse de la pertinencia de su modelo. Ante todo, como Gran Oriente, lo que nos identifica es nuestra capacidad de federar armoniosamente numerosos ritos y sensibilidades muy diversas, de dejar a las logias una libertad y una soberanía incomparables y de salvaguardar el riesgo de división interna que conlleva la organización «provinciana». Es un modelo que prohíbe también al ejecutivo disponer de un poder intrusivo en el funcionamiento de las logias, que preserva igualmente la separación entre las logias azules y, por una parte, su administración obedencial y las jurisdicciones de los «altos grados» por otra. Estas características son para el francmasón del Gran Oriente de Francia iguales que el aire que respira, pero debe siempre tener conciencia de que no son compartidas por una mayoría de Obediencias. Por lo tanto, a él [al francmasón del Gran Oriente de Francia] le tocará calibrarlo, incluso disfrutarlo, en toda su extensión. Tenemos una responsabilidad colectiva en la preservación de este modelo con el cual estamos, legítimamente, tan vinculados.

 

Se dice frecuentemente que el Gran Oriente de Francia ya no es el laboratorio de ideas que fue bajo la Tercera República [francesa] [periodo 1870-1940]. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación, y si es así, qué medidas contemplas para remediarlo?

 

El contexto de hoy en día es muy diferente. Bajo la 3a República, el Gran Oriente hacía cuerpo con las instituciones, ya que existía una fuerte consanguinidad entre el Partido Radical y nuestra Obediencia, particularmente entre los años 1880 y 1890. Se trataba entonces de instalar la República tras decenios de regímenes imperiales o monárquicos, de consolidarla, de encarnarla, por ejemplo, mediante la escuela pública, de contrarrestar los objetivos clericales de la Iglesia [la mayúscula de “Iglesia” viene en el original del texto] católica. Muchos de los masones eran responsables políticos locales o nacionales y reivindicaban su pertenencia al Gran Oriente de Francia. Otros tiempos, otras formas de ver las cosas...

 

 

Hemos cambiado de época y desde entonces la República se ha instalado sólidamente tras la Liberación [de la ocupación nazi]. Los derechos sociales han sido añadidos a los derechos civiles y políticos, pienso en particular en las conquistas del Frente Popular y del Consejo Nacional de la Resistencia*. Desde entonces, no se le habrá escapado a nadie que esos derechos están siendo desintegrados, y que cuanto más pasa el tiempo estas conquistas están aún más cuestionadas. Nuestro deber consiste, ante todo, en recordar principios. La justicia social, la lucha contra las desigualdades y la lucha por la dignidad del ser humano constituyen balizas intemporales.

 

 

Pensemos también en los terribles retrocesos constatados concernientes a los derechos de las mujeres tras años de conquistas mayores. En este aspecto, la presión religiosa es raramente portadora de emancipación para las mujeres y también es nuestro deber recordarlo.Estamos confrontados hoy a otros desafíos porque lo que se está poniendo en cuestión por numerosas corrientes, políticas y religiosas, es la herencia humanista y universalista heredada de las Luces. En mi opinión, la prioridad consiste en preservarla y lograr convencer de su pertinencia y su vigencia. Sin esta base, todo nuestro edificio institucional y conceptual se derrumbaría.

 

(*Cabe señalar que, durante un periodo largo de tiempo (hasta su asesinato por los nazis en el tren que lo llevaba a Auswitch), el máximo responsable y exponente del Consejo Nacional de la Resistencia –a las órdenes del General De Gaulle en Londres- fue el mítico Jean Moulin, ex gobernador civil y Hermano nuestro, de ahí esta referencia. N. de la T.)

 

Se dice muchas veces que el Gran Oriente de Francia está demasiado politizado y demasiado cerca, entre otros, del Partido Socialista. ¿Qué opinas de ello?

 

En muchos aspectos, el Gran Oriente de Francia hace cuerpo con la República: Marianne en nuestros templos, la divisa común y múltiples combates llevados a cabo en paralelo. Esto es totalmente diferente a lo que ocurre respecto a los partidos políticos. El buen conocimiento que tengo de nuestra Obediencia habiendo visitado decenas de Logias, intercambiando pareceres y opiniones con centenares de sus miembros, me conduce a pensar que los que querrían reducir el Gran Oriente de Francia a tal relación estarían cometiendo un grave error. Estamos por delante* de la política y no a remolque de ella. Contamos entre nosotros con francmasones con sensibilidades muy diversas, más de lo que muchas veces se puede pensar, y yo preconizo que conservaremos una distancia prudente, pero firme, con los partidos políticos, sean los que sean. Muchos francmasones del Gran Oriente están politizados, algunos son militantes: pero cuando traspasan la puerta del templo, se deshacen de sus metales y ya no son militantes que vienen a recitar un discurso preparado en el exterior. No vienen a buscar lo que encuentran en otros sitios, y si es así, es que se han equivocado de lugar. Vienen buscando las vías y los medios de ser libres, y de deshacerse de sus reflejos y sus hábitos de pensamiento. Algo que -estarán de acuerdo conmigo- no es precisamente lo que se espera de un militante político.

 

Añado que el mundo político padece de un descrédito que la abstención en las diferentes elecciones viene a corroborar sin descanso. Nos toca más bien reflexionar sobre los medios a utilizar para paliar esta situación en el interés de la República, más que confundirnos [en el sentido de fusionarnos] con él [mundo político]. En muchos casos, el mundo político es altamente responsable de ello. Su impotencia para actuar en torno a la realidad, los casos de corrupción que se suceden, su abdicación ante el poder económico o ante el de los técnicos y de la tecnoestructura, sus acomodamientos sin razón en materia de laicidad y de la división en comunidades religiosas** de la sociedad... Todo esto conlleva un perjuicio contra nuestra armonía social, teniendo como consecuencia, en particular, la progresión constante de la extrema derecha en los últimos 30 años.

 

¿Cómo conformarse además de la complacencia o incluso connivencia que algunas corrientes de la derecha llevan a cabo, nacional o localmente, con el integrismo católico como algunas corrientes de izquierda lo hacen con el integrismo islamista?

Los ejemplos abundan, incluidos en términos de financiación pública. Si bien el clientelismo electoralista siempre ha existido, se desarrolla con sectores claramente en ruptura con nuestros ideales de Fraternidad: no se juega impunemente con la República y la democracia.

Los francmasones son bastante críticos en cuanto a las carencias del mundo político, incluso si reconocemos que es más cómodo comentar que actuar y, por supuesto, cuidándonos de cualquier generalización: innumerables cargos electos se distinguen afortunadamente por su valentía y su entrega, por su voluntad de afrontar los problemas y no esquivándolos. Para dar por concluido este punto, entre el mundo político y el Gran Oriente, no deberían existir confusiones sobre el papel que desempeña cada uno.

 

(* La expresión concreta que se utiliza en la entrevista original es “en amont”, que traducido literalmente del francés significa “río arriba”. Desde la traducción hemos creído que lo más adecuado era convertir ese término en “por delante”, ya que el sentido de la frase es que la masonería está varios tiempos adelantada al mundo político (N. de la T.)

 

(** La “communitaurisation” es la diferenciación o separación de la ciudadanía en diferentes comunidades religiosas, algo que no solamente es contario al principio de Laicidad que defiende la República Francesa, sino claramente anticonstitucional en Francia. N. de la T.)

 

Ahora que la gran crisis de 2010/2015 con la explosión de la Gran Logia Nacional Francesa y la creación y posterior fracaso de la Confederación Masónica Francesa parece terminada y el Panorama Masónico Francés* apaciguado, ¿cómo ves tú las relaciones interobedenciales? ¿Cuál será tu política en esta materia?

 

El Gran Oriente de Francia, en mitad de un panorama** masónico a veces inestable, agitado y hecho añicos, constituye un polo de estabilidad y de serenidad. Así permanecerá. Si el eslogan no hubiese sido ya utilizado, el calificativo de «fuerza tranquila***» le iría como un guante... ¡Blanco, por supuesto!

 

Concedo una gran importancia a las relaciones interobedienciales y cada vez que podamos llevar a cabo acciones comunes, como lo hemos hecho en la víspera de la elección presidencial y/o entablar reflexiones colectivas, el Gran Oriente de Francia responderá: ¡presente! o encabezará la iniciativa. Cuento con el hecho de que podamos así considerar una manifestación en común para celebrar juntos el tricentenario de la francmasonería antes de que finalice el año 2017. Cada obediencia tiene su cultura, su legitimidad, su sitio; somos complementarios. Como mis predecesores, mi acercamiento será constructivo, buscaré siempre privilegiar lo que nos une más allá de nuestras respectivas y respetables diferencias.

 

(*PMF tiene una traducción literal de Paisaje Masónico Francés, pero a la traducción le ha parecido más correcto y comprensible adoptar el término “Panorama” en lugar de este utilizar la palabra “Espacio” que podría llevar a equívoco por su posible confusión con un órgano como el Espacio Masónico Español. N. de la T.)

 

(**Se vuelve a utilizar el mismo término de “Paisaje” y se vuelve a dar como traducción el término “panorama”)

 

(*** “Force Tranquille” o “Fuerza Tranquila” fue el eslogan que utilizó el Partido Socialista Francés en 1981 para ganar las elecciones con François Mitterand como candidato)

 

 La laicidad es indisociable del Gran Oriente de Francia. Tú eras el pasado año Primer Gran Maestro adjunto encargado, entre otras cosas, de la laicidad. ¿Qué hiciste el año pasado para defenderla y promoverla, y qué harás este año?

El pasado año encadené con un ritmo sostenido las reuniones públicas, las tenidas abiertas o cerradas y la participación en coloquios organizados en otros lugares. En definitiva, he recorrido mucho camino para hablar de la laicidad y debatir sobre ello. No he sido el único en el seno del Consejo de la Orden, ni mucho menos, y nuestro Gran Maestro ha contribuido muy ampliamente al desarrollo de estas actividades. El Gran Oriente de Francia también ha continuado su trabajo en el seno del Colectivo laico, que existe desde hace 12 años ya, y que se ha impuesto como un actor principal en esta área. Quiero recordar que reúne una decena de obediencias masónicas y una veintena de asociaciones para la promoción de la laicidad, de la defensa de los derechos de las mujeres o de la lucha contra las discriminaciones. El Colectivo laico publicó el año pasado su informe anual y lo seguirá haciendo este año. Permite intercambios muy útiles entre sus miembros y expande, en la reflexión y sobre el terreno, las capacidades de cada uno de sus miembros. Entiendo, por supuesto, que el Gran Oriente continúe su acción en este marco, incluso si él mismo también debe expresar sus propios posicionamientos cuando lo estime oportuno. El papel de la Comisión nacional permanente de la laicidad y el de los corresponsales de la laicidad de las Logias también es esencial para asegurar una continuidad y alimentar la reflexión.

 

A grandes rasgos, entiendo que nuestra misión principal en este periodo es la de ayudar a salir de la confusión. Durante decenios, hemos sido, con algunos otros, incansables militantes del combate laico. Nuestros dirigentes, nuestras élites, mediáticas e intelectuales, no querían escuchar hablar de la laicidad. Ahí tenemos el resultado. Hemos dejado prosperar las reivindicaciones religiosas en nuestra sociedad, hasta quizás un punto que no habíamos conocido desde hace un siglo. Las cuestiones religiosas lo invaden todo, contaminan los debates, y nos muestran hasta qué punto el recuerdo de esta regla de organización política y jurídica que representa la laicidad es más que nunca indispensable para contener esas pretensiones clericales sin límites. Lo peor de todo es que la mayoría de las veces lo que se expresa no es una lectura y una práctica tranquila y sosegada de las religiones. Es su vertiente integrista y fundamentalista la que prevalece. Es la vuelta de los oscurantismos más medievales, que afectan siempre y antes que a nadie a las mujeres, a las que hay que disimular y cuyos cuerpos y almas han de ser dominados y esclavizados. Pero -y somos más indicados que cualquiera para saberlo- esta laicidad que hemos defendido solos durante decenios, ha sido recuperada, descarriada, instrumentalizada, esquivada, interpretada y pisoteada. Si sólo debiéramos llevar a cabo una acción en la materia, sería la de ayudar a nuestros compatriotas a salir de las confusiones que los rodean, que son de dos tipos:

 

Por un lado, está la extrema derecha. Por nuestra parte estamos sobre aviso de que esta corriente ha cometido un verdadero atraco a la laicidad cuando lo que defiende en realidad es un concepto que tiende a denigrar una religión y a sus creyentes y a promover una Francia cristiana y blanca. Está verdaderamente en el polo opuesto a cualquier concepción laica. Sólo hace falta contabilizar a sus responsables [de la extrema derecha] que instalan en sus ayuntamientos portales de Belén para exaltar las únicas raíces cristianas de nuestro país [Francia]. Continuemos incansablemente denunciando a estos usurpadores. Lo sabemos, detestan la laicidad y lo que representa en términos de igualdad de derechos, de libertad de conciencia y de promesa de emancipación y de fraternidad.

 

Están, por otra parte, todas esas corrientes que sólo sueñan con pegarle un adjetivo a la laicidad: a la derecha, se la quiere positiva, a la izquierda, se la quiere plural o apaciguada, pero en realidad lo que buscan todos estos es vendernos un modelo que organice la coexistencia de las religiones, «la interconviccionalidad», un modelo que permita la yuxtaposición de las creencias en una armonía más o menos buena, mientras que los no creyentes son rebajados al rango de ciudadanos de segunda. Ser creyente, según estas concepciones, que son de hecho, de naturaleza y de espíritu, acordes con el Concordato, es ser un privilegiado. En efecto, según estos conceptos, siempre hace falta escuchar a los creyentes más que a los demás; siempre se debe invitar a sus representantes -más o menos representativos, por otra parte-; y siempre hace falta delegar la gestión de los grupos humanos a «comunidades» religiosas.

 

Además, estos falsos amigos de la laicidad utilizan el término «comunidad» sin cesar, traicionando su voluntad de querer adscribir a los hombres y a las mujeres a una condición identitaria, religiosa o étnica. En realidad, esta concepción, que constituye otra forma de desviacionismo de la laicidad, es más perniciosa. Denunciemos a estos verdaderos enemigos y a esos falsos amigos de la laicidad. Volvamos a decir lo que es [la laicidad], que no es reducible ni mucho menos a la cuestión religiosa, como muchos quieren hacernos creer utilizando incluso a veces el término de «laïcard*» para designarnos. Un término inventado y popularizado por Maurras**, -¿hay que recordarlo?- y que incluso algunas corrientes de izquierda han incorporado a su vocabulario.

 

(*Este término no se puede traducir; es una desviación peyorativa de laico, en el sentido de defensor de la laicidad. Así, tal y como está escrito en francés, debe entenderse como un insulto o un desprecio a la condición de defensor del principio de la laicidad)

 

(**Maurras [1868-1952] fue un destacado político pensador francés de extrema derecha, fundador de Acción Francesa, grupo que se creó cuando el escándalo del caso Dreyfus para defender las tesis del Gobierno francés de la época. Como dato añadido, cabe señalar que el ayuntamiento de Madrid puso su nombre a una calle –zona alta de la Castellana- un año después de su muerte. La calle sigue teniendo el mismo nombre)

 

El antimasonismo se expande con virulencia en internet. ¿Qué iniciativas haría falta tomar para luchar contra ese antimasonismo?

 

Daniel Keller, entonces Gran Maestro, había oportunamente organizado un ciclo de conferencias públicas sobre este tema y la reflexión no es ajena a nuestras preocupaciones. Cuando fui Gran Orador, en 2012 y 2013, viví muy de cerca las manifestaciones casi semanales de grupúsculos que venían a volcar su odio antimasónico ante nuestra sede, al margen de las concentraciones contra el Matrimonio igualitario*. Sabemos también lo que está siendo “lanzado” vía redes sociales por los grupos integristas y la extrema derecha. Desde que la francmasonería existe, el antimasonismo también existe. No obstante, es cierto que se manifiesta con una virulencia que no habíamos conocido en Francia desde la Ocupación nazi. Con el auge del conspiracionismo, se alimentan el uno del otro. No existe una receta milagrosa: hay que ir por delante de los prejuicios y dialogar y explicar lo que es la francmasonería. Habrá observado igualmente que los ciberataques han tenido como objetivo a todas las Obediencias, o casi todas.

Hace falta protegerse, tomar muy en serio estas amenazas y contrarrestarlas, siempre a sabiendas de que jamás podremos aniquilarlas totalmente.

 

(*Francia ha vivido, durante la presidencia de François Hollande, numerosas manifestaciones y concentraciones, auspiciadas por el Frente Nacional de Marine Le Pen y otras corrientes duras de los partidos más a la derecha, y grupos católicos integristas, contra el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo [en francés: “Mariage pour tous”]

 

Uno de tus predecesores ha querido, creando las Utopiales masónicas, volver a poner el pensamiento prospectivo en el seno del enfoque masónico. ¿Qué iniciativas vas a emprender para profundizar en ese movimiento?

 

Ya me referí anteriormente a la edición 2018 de las Utopiales, que tendrán como tema este año la fraternidad. Sí, es cierto que hace falta volver a poner el pensamiento prospectivo en el seno del enfoque masónico como lo hiciera admirablemente Henri Caillavet*.

Hoy en día, haría falta que tuviésemos la capacidad de plantear los desafíos que serán los de nuestra sociedad y de nuestro mundo dentro de 30 años. El «cortoplacismo» no va acorde con nuestro campo metodológico y, más aún, cuando nos encerramos nuestro mensaje es, como poco, difícilmente diferenciable del mensaje de las organizaciones profanas. La francmasonería está hecha para proyectar, no para correr tras las modas y los pensamientos dominantes, sean los que sean. Esto demanda un esfuerzo que a veces nos cuesta admitir, es cierto, y en demasiadas ocasiones hemos reflejado las tendencias del momento y plagiado al mundo profano, cuando lo que pretendemos – muy al contrario- es iluminarlo.

 

Nuestra utopía de francmasones del Gran Oriente de Francia, es la República Universal, que recreamos a pequeña escala en cada tenida en nuestras Logias y seguiremos trabajando sin descanso en ese sentido. Esto no nos dispensa en absoluto de comprometernos con el día a día, pero sabemos cuál es el rumbo, y cuál es el objetivo. Continuaré, también en este asunto, los trabajos con el conjunto del Consejo de la Orden.

 

(*Henri Caillavet, 1914-2013, fue un brillante político francés. Francmasón doctor en ciencias políticas, iniciado en mayo de 1935 al Oriente de Toulouse en la Logia “Verdaderos amigos reunidos independencia francesa”. Se opuso al colaboracionista y presidente títere de Hitler en el Gobierno de Vichy, Mariscal Pétain, y fue encarcelado por ello. Tras la Liberación, fue elegido cargo electo [diputado y luego senador] por el Partido Radical Socialista e Izquierda Democrática y nombrado dos veces ministro. Durante su largo periplo político, el Hermano Henri Caillavet se distinguió presentando proyectos de ley para legalizar el aborto, el divorcio, los trasplantes de órganos –año 1976- el tribunal de los derechos digitales, la eutanasia y también contra el ensañamiento terapéutico. Llevó a cabo también proposiciones de ley relativas a la homosexualidad y la transexualidad y fue presidente de la (ADMD) Asociación por el Derecho a Morir Dignamente). 

 

2017 es el tricentenario de la francmasonería especulativa, movimiento que ha acompañado a la modernidad. ¿Cómo definir lo que debería ser la francmasonería del siglo XXI?

 

Para mí, el célebre discurso del Caballero de Ramsay, pronunciado en 1738, no ha envejecido en absoluto, si exceptuamos el estilo, por supuesto: «Los hombres no se diferencian esencialmente por los distintos idiomas que hablan, por las ropas que llevan, por los países que ocupan o las dignidades de las que son investidos. El mundo entero sólo es una gran República de la que cada nación es una familia y cada ciudadano, un hijo. Es para hacer revivir, y expandir estas máximas esenciales tomadas de la naturaleza del Hombre, para lo que nuestra Sociedad fue, ante todo, establecida. Queremos reunir a todos los Hombres con un espíritu iluminado, de costumbres dulces y de un humor agradable, no solamente por el amor a las Bellas Artes, sino aún más por los grandes principios de virtud, de ciencia o de religión donde el interés de la Confraternidad se transforme en el del género humano por completo, donde todas las Naciones puedan extraer conocimientos sólidos, dónde los sujetos de todos los reinos pueden aprender a quererse mutuamente sin renunciar a su patria (...)».Tenemos aquí lo esencial: el humanismo y el universalismo. ¡Seamos ya capaces de consolidar estos logros, sometidos a un debilitamiento real y a una fuerte contestación y demostremos en paralelo de qué manera esos principios están adaptados a nuestro mundo actual! No cesaré en mi trabajo en torno a ello.

 

En el plano internacional, exceptuando Francia, la francmasonería parece estar en retroceso. ¿Por qué? ¿Qué debe hacerse para hacer avanzar nuestro ideal?

 

Este retroceso existe sobre todo en el seno de la francmasonería anglosajona, cuyo modelo está ya -todos estaremos de acuerdo con esto- muy alejado del nuestro. Estoy, en tanto que representante del Gran Oriente de Francia, bastante mal emplazado para defenderlo. Soy, en efecto, de los que estiman que 1877 constituye una fecha clave para nuestra Obediencia, cuando el Convent decidió, a iniciativa del pastor Frédéric Desmons, que ya no debíamos tener más una referencia obligatoria en una verdad revelada. Es lo que desencadenó nuestra «excomulgación»* por parte de los masones anglosajones, e invito a todos a constatar la rudeza de la expresión yendo a visitar la exposición temporal dedicada a los 300 años de la francmasonería del Museo de la calle Cadet.

 

Por nuestra parte jamás hemos cuestionado a nuestros Hermanos que imponen la creencia en Dios, su condición de francmasones. Se califican a sí mismos de «regulares»* y nos tildan de «irregulares»*. Digamos que somos más modestos y menos perentorios, lo que quizás explique parte de nuestro atractivo. Por nuestra parte, nos guardamos de dar lecciones a quien sea. El Gran Oriente de Francia no es ni una iglesia ni un partido político, y eso en sí es una alegría.

Más allá de esto, para hacer avanzar nuestro ideal, no veo nada más federador que los principios heredados de las Luces. El humanismo y el universalismo son referencias conceptuales que pueden reunir los francmasones de buena voluntad del mundo entero.

 

Y, por fin, ¿para ti que sería un mal Gran Maestro?

Alguien que olvidara que esta función le impone más deberes que derechos le otorga. En lo que a mí respecta, me someteré con mucho gusto a la crítica - constructiva- en el transcurso de mi mandato y a su término. 

 

Philippe Foussier (1965) fue iniciado en el Gran Oriente de Francia hace ya casi 25 años. Es miembro de la Logia República, en París. Administrador del Instituto de estudios e investigaciones masónicas [cuyas siglas son IDERM en francés], miembro del comité de redacción del trimestral Humanismo, revista de los francmasones del Gran Oriente de Francia. Es también miembro de la Fraternal parlamentaria, y ello debido a sus actividades como periodista parlamentario. En el plano asociativo, cabe destacar que fue presidente del Comité Laicidad República de 2005 a 2009.

Primer Gran Maestro adjunto del Gran Oriente de Francia el pasado año, inicia su sexto y último año de mandato en el Consejo del Orden. En este contexto organizativo trabajó con cuatro Grandes Maestros desde 2011: Christophe Habas, Daniel Keller, José Gulino y Guy Arcizet.

Desde hace algunos meses es periodista independiente. De 1995 a 2017, ha sido redactor jefe de “Communes de France”*, publicación mensual y luego semanal y trimestral, destinada a los cargos electos locales. Formación: Diplomado de la Escuela superior de periodismo de París, Titular de un tercer ciclo en estudios estratégicos y políticos de defensa, Antiguo auditor del Centro de estudios diplomáticos y estratégicos.

(* Ayuntamientos de Francia)